¿Ha considerado que usted también podría estar quemando, y aún sacrificando, a sus hijos hoy (aunque de forma diferente) en su práctica de la Navidad, aunque pueda estar tratando de “enfocarse en Cristo” de manera sincera?
¡Los padres razonan que les deben todo el mito de la Navidad a sus hijos! Las tradiciones de la Navidad se centran principalmente en los niños, y son ciertamente el centro de la mayor parte de lo que ocurre.
Hace algunos años, un sacerdote en Nueva Jersey le dijo a su clase de escuela dominical que Santa era un mito. La indignación de los padres y de sus supervisores fue inmediata. ¡Él había “matado a Santa”! ¡Había “destruido la tradición familiar”! Había “usurpado la autoridad familiar”, continuaba el artículo. Fue censurado oficialmente por sus supervisores, por ser “extremista e insensible”.
¿Su crimen? ¡Dijo la verdad!
Según la Enciclopedia de Historia Universal de Langer, (artículo “Santa”), “Santa” era un nombre común para Nimrod en todo Asia Menor. Este era también el mismo dios del fuego que descendía por las chimeneas de los antiguos paganos y el mismo dios del fuego a quien los infantes le eran quemados y comidos en sacrificio humano, entre aquellos que alguna vez fueron el pueblo de Dios.
Hoy, Santa Claus viene de “San Nicolás”. Washington Irving, en 1809, es el responsable de transformar al viejo y estricto obispo original del mismo nombre, en el nuevo “alegre San Nick” en su obra Knickerbocker History of New York, Historia de Nueva York por Knickerbocker. (La mayoría de las otras tradiciones navideñas de América son aún más recientes que ésta.) “Viejo Nick” ha sido ampliamente reconocido como un término para el diablo.
En Apocalipsis 2:6 y 15, leemos acerca de una “doctrina de los nicolaítas”, la cual Yeshua le dice dos veces a Su Iglesia que “[Él] aborrece”. Analicemos la palabra nicolaíta. Ésta significa “seguidor de Nicolás”. Nikos significa “conquistador, destructor”. Laos significa “pueblo”. Los nicolaítas, entonces, son personas que siguen al conquistador o destructor — Nimrod. ¡Si usted ha creído que el seguir la Navidad es una inocente costumbre cristiana, dese cuenta de esta verdad!
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